Capitulo: La Policía
Con
el correr de los años se han perfeccionado mas en cometer delitos que en combatirlos.
Es
de dominio publico la cantidad de hechos que involucraron a policías anti
narcóticos que secuestraban droga y se quedan con una parte o a veces con toda
para luego venderla, transformándose ellos mismos en narcotraficantes.
Se
han conocido en los medios informativos los arreglos a que han llegado después
de un procedimiento que finalmente queda en la nada por una suma importante de dinero.
Es
también preocupante, la ostentación que
hacen algunos oficiales que muchas veces su sueldo no supera los $ l500-. y
poseen costosos autos y casas imponentes que de hecho, jamas podrían haber
adquirido con ese sueldo.
Su
modus operandi en muchos casos es poner los bienes a nombre de otras personas,
sean estos familiares o amigos.
Otra
variante es instalar un negocio a nombre de la esposa para blanquear el dinero
mal habido.
Una
constante que debe observarse es que por mas pequeño que este sea manejara
importantes sumas de dinero que justificaran futuros bienes adquiridos.
De
este modo se blanquea un dinero obtenido ilegalmente.
Este
hecho es muy fácil de descubrir.
Supongamos
que el negocio en cuestión es una zapatería y factura $50.000-. mensuales, debe
haber en consecuencia facturas de compras que justifiquen ese movimiento y
seguro que las habrá, como también seguramente pagaran el impuesto a los
ingresos brutos y a las ganancias acorde a ese ingreso mensual completando de
este modo toda la estrategia de lavado de dinero, pero todo delito tiene su
talón de Aquiles.
La
investigación se debe centrar en las facturas de compra porque allí esta la
clave del problema a resolver.
Seguramente
al investigar en la fabrica en la que se genero esa facturación nos
encontraremos que la compra fue por una suma mucho menor a la declarada y por
consiguiente la adulteración o fraguado de las mismas.
Resumiendo,
ese negocio floreciente no era tal y las sumas de dinero declaradas eran
inexistentes quedando al descubierto el manejo delictivo.
Al
no hacerse el seguimiento patrimonial de los funcionarios se da lugar a la
proliferación de conductas de este tipo .
Si
no erradicamos de cuajo este accionar no lograremos que funcione el sistema
correctamente.
Un
viejo adagio dice "No basta con ser honesto, hay que parecerlo" .
Esto
llevado al caso que nos ocupa me permite decir que no se es policía y se
representa la ley por llevar una chapa y una pistola, se debe poseer una
conducta acorde.
La
selección debe ser rigurosa y apuntada a la búsqueda de aspirantes con
verdadera vocación de servicio y un alto grado del sentido de la justicia, pero
además se lo debe controlar permanentemente para que esa vocación inicial no se distorsione con el tiempo.
De
esta manera se los obligara a mantener una conducta que de otro modo se
perdería con el tiempo.
Por
mas cursos de capacitación que hagan, la rectitud debe buscarse desde el inicio
en el novato y luego mantenerse con un estricto control por parte de sus
superiores, para que no se desvirtúe y de paso a situaciones que hoy vivimos,
prueba de ello, es la imagen que hoy tiene la sociedad de la policía.
La
connivencia de policías con delincuentes es ya moneda corriente, el arreglo de
sumarios para favorecer o perjudicar personas es de toda la vida.
Una
pequeña muestra de la corrupción existente es los ya conocidos desarmaderos de
autos, que todo el mundo sabe, comercializan en su gran mayoría vehículos
robados al amparo de la policía.
Da
horror el aluvión de corrupción en esta órbita del estado.
Si
no aplicamos un estricto rigor esto ira en aumento.
Partiendo
del razonamiento que quien representa la ley debe ser una persona que esta por
encima de cualquier debilidad por el delito y por ello esta para hacerla
cumplir, es intolerable y de una gravedad institucional, el hecho de que ellos
mismos la violen.
Representar
la justicia se debe convertir en un privilegio, en un hecho sagrado, reservado
a pocas personas que serán los encargados de corregir los excesos de los
ciudadanos comunes.
La
pena que debiera tener todo funcionario vinculado a la justicia que cometiera
un delito seria la reclusión perpetua, pero no de vacaciones en una celda con
ciertas comodidades, sino a trabajo forzado en alguna cantera extrayendo
minerales o cultivando el campo, generando su propia manutención y a la vez
produciendo un excedente que seria destinado a hogares de niños desamparados,
dejando de ser una carga para la sociedad como hasta ahora, para convertirse en
una fuente de ayuda social.
Con
esta respuesta tan severa dudo que muchos se animen a infringir la ley.
Seguramente
a esta altura muchos pensaran que es demasiado drástica la medida, pero yo
pregunto: Si no piensan cometer ningún delito, de que se preocupan?.
Por
el rigor extremo de las penas serán muy pocos los que se animen a correr el
riesgo.
El
hombre es hijo del rigor, si la sanción es muy dura nos cuidaremos de no caer
en la tentación, pero si por el contrario la misma es benigna nos alentara a
hacer lo indebido total con la astucia de un buen abogado y un poco de dinero
seguiremos haciendo de las nuestras.
Este
es el principio que rige este momento que vivimos.
Robo
o estafo, total si no tengo antecedentes y el delito es excarcelable tengo
asegurada la libertad.
Pero
lo realmente preocupante es que no se considere un serio agravante el hecho de
que quien ha cometido ese delito sea un funcionario perteneciente a la
justicia.
Otro
hecho no menos importante y que hoy día va en un vertiginoso ascenso es el de
policías que disparan sus armas reglamentarias a cualquier persona por simple
intuición, sin existir un verdadero enfrentamiento con ese individuo que
pusiera su vida en riesgo.
Es
muy frecuente escuchar casos en que la policía a matado a personas desarmadas,
o lo que es peor, han disparado contra vehículos similares en modelo y color al
buscado sin mediar agresión alguna por parte de sus ocupantes, comprobándose luego
que las víctimas eran ajenas a los hechos.
Esta
constante pone de manifiesto la falta de entrenamiento y profesionalismo que
tienen las fuerzas encargadas de velar por nuestra seguridad.
Por
la actitud esgrimida en innumerables casos, hoy llamados popularmente de
gatillo fácil, queda evidenciado que estos servidores públicos no fueron
mentalizados para portar un arma de fuego y representan un peligro para toda la
sociedad.
El
policía debe tener muy en claro cual es su función dentro de la sociedad y por
consiguiente se le debe inculcar el respeto por la vida y erradicarse esa
tendencia que tienen a sentirse omnipotentes.
Hasta
que esta circunstancia no se revierta, seguirán circulando por las calles
potenciales asesinos de inocentes pero en este caso habilitados por el Estado.
Esta
conducta es altamente reprochable porque en este caso quien mata o lesiona a
inocentes es quien supuestamente debiera protegerlos.
En
estos casos se le debe aplicar el máximo de la pena que ha la vez producirá un efecto ejemplificador en el
resto de la fuerza.
Hoy
si decidiésemos erradicar este flagelo que es la corrupción y la falta de
profesionalismo, que arrastramos de épocas inmemorables, nos encontraríamos con
un escaso grupo de efectivos en condiciones operativas para cumplir sus
funciones con seguridad.
Estas
soluciones recién llegarían a evidenciarse con las nuevas promociones de
efectivos en su estado virgen, sin contaminación con los hechos antes
mencionados.
La
otra cara de esta moneda es la tarea que realizan a diario los verdaderos
policías que muchas veces ofrendan su propia vida para combatir el crimen.
Pero
sucede que ese esfuerzo se ve diezmado por lo benigna de las leyes actuales que
tira por la borda todo ese trabajo.
Esa
circunstancia desmoraliza al policía y le va quitando interés en su trabajo.
Siempre
desde mi óptica personal, considero que el ingreso a la fuerza no debería
producirse antes de los 30 años de edad.
Por
que digo esto, por una simple razón, porque si hasta esa edad no ha tenido
antecedentes penales hay menos probabilidades de que tenga conductas delictivas
y además se tendrá a una persona con mas madurez emocional que con 10 años
menos de edad.
Este
razonamiento es elemental, puesto que a diario vemos jóvenes policías
involucrados en hechos que muestran a las claras el tipo de personas que son y
que seguramente nunca hubieran llegado a los 30 años de edad sin antecedentes
penales.
En
otro orden de cosas me pregunto, somos todos iguales ante la ley ?, por
supuesto que no.
Por
igual delito el pobre y desamparado sufrirá todo tipo de abusos y apremios por
parte de las autoridades, en cambio el rico, el influyente, "El Señor", ese tendrá un trato
distinguido y amistoso, se le ofrecerán ciertas comodidades para que se sienta
a gusto durante su interrogatorio o su posterior detención, si inevitablemente
la hubiera.
Se
lo trata en todo momento de señor con un trato cortés y afable, se le
permitirán mas de un llamado y tendrá todo lo necesario para sentirse mas
cómodo.
Este
comportamiento sistemático que se observa en las autoridades, principalmente
policiales, con ricos y famosos tiene un origen que es el reconocimiento
posterior del acusado hacia esas personas, el cual se puede materializar en
forma económica, o tal vez con algún favor .
Ese
trato preferencial es por si acaso, nunca se sabe!.
No
olvidemos que esa gente puede mañana beneficiarlos económicamente o en lo
laboral, o por el contrario perjudicarlos si no tuvieron un buen trato, en
cambio el pobre y desamparado, el que no conoce de leyes, el que no dispone de
recursos para solventar un buen abogado, el que no tiene contactos con gente
influyente, el que no posee una mínima formación cultural que le permita por lo
menos defenderse verbalmente ante un atropello, ese individuo llevara la peor
parte porque no representa ninguna amenaza posterior para sus captores y como
hemos visto infinidad de veces, se busca este tipo de personas para cerrar un
caso o por lo menos poner paños fríos en situaciones candentes cuando existe
presión de la opinión publica y de los medios de comunicación.
En
cambio al poderoso se llega con mucho cuidado, con mucho tacto, previendo la
amenaza latente que representa una persona influyente y los posibles contactos
que ella tuviera.
A
ese no se lo molesta por cualquier cosa, aunque todos los dedos apunten hacia
el, aunque se tenga la plena certeza de que tenia motivos y era su único
enemigo, se lo seguirá investigando y con el transcurso del tiempo se ira
desvaneciendo su vinculación, como se desvanecen los colores por la acción del
sol.
Sujetos
con un enorme poder económico, que se mueven muchas veces en autos blindados o
en lujosas limosinas, que tienen un séquito de guardaespaldas, que se codean
con el poder, ellos se ríen de la justicia, saben que no responderán por ningún
hecho, abra otros en su lugar que pagaran por ese daño.
Esa
persona con ese enorme patrimonio compra a quien quiere, no importa en que
escala social o de poder se encuentre y lo mas lamentable es que encuentra eco
en sus maniobras por la debilidad por el dinero y la falta de dignidad de las
autoridades encargadas de administrar justicia.
Otro
hecho que demuestra que no todos somos iguales ante la ley es sin lugar a dudas
la "Bendita" fianza.
No
solo se evade la cárcel con este método sino que además pone en desventaja a
quien no posea recursos para solventar ese tramite poniendo de manifiesto
nuevamente la desigualdad.
Por
esta misma razón existen celdas llamadas "vip" las cuales son
ocupadas por personajes con mucho dinero que seguramente obtuvieron de forma
ilícita y que hoy lo utilizan para vivir mas confortablemente durante el tiempo
que dure su reclusión demostrando una vez mas que no todos somos iguales ante
la ley y dejando en evidencia la falta de ética de las autoridades que avalan
estas practicas, con el agravante, del origen de ese dinero que hoy les
permiten un mejor pasar.
Con
este ejemplo que parece novelesco pero que es extraído de la vida real, queda
demostrado que no todos somos iguales ante la ley como reza en la constitución
nacional y agregaría ese viejo dicho popular que dice: "Tanto tienes,
tanto vales".
Valoraré tus comentarios, muchas gracias!