
La fidelidad en una pareja es una ilusión social con rango
de ley inquebrantable, pero lo real es que todo acto contra natura no se puede
sostener en el tiempo.
Ser fiel a una sola persona es una virtud que pocos poseen
naturalmente, en realidad el común de los fieles a las relaciones monogamas
reprimen el deseo, siempre presente y logran controlarlo con éxito, no sin
esfuerzo, pero lo auténticamente real y comprobado científicamente es que el
ser humano no puede ser fiel porque su genética no es compatible con ese
comportamiento.
Pedirle a un cónyuge en el momento del casamiento fidelidad
absoluta es lo mismo que llevar al juez de paz al pie de un volcán activo y
hacerle firmar a este, que nunca mas entrara en erupción, esto es que deberá
manejar su pulsión interna y no expresarla externamente, eso es lo que
justamente se les pide a los cónyuges, que manejen sus pulsiones a cualquier
costa y no las manifiesten de ninguna forma externa.
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